Metafísica de lo cotidiano

1978 JACK VANARSKY

Tratar  la inmobilidad con el movimiento, la quietud con la inquietud, la ausencia con la presencia, lo blando con lo duro, lo contínuo con lo discontínuo, el silencio con el ruido. « Perseguir el reposo en el drama del movimiento », decía Elie Faure.
Cuando comencé a realizar objetos figurativos y móviles –esculturas animadas- aun queriendo que el movimiento real contribuya al realismo, me pareció necesario que ese movimiento no fuera sino un parámetro más, tan apto a la manipulación y la metáfora como lo son el dibujo, el color o el volumen. Había que rehusar la leyenda de Miguel Angel golpeando al Moisés para que hablara – ¡ como si hiciera falta que hablara ! -, escaparle al robot antropoïde necesariamente torpe e insuficiente frente a sus modelos, ignorar las transcripciones anatómicas, inventar una nueva anatomia para los objetos,  específica y evidente.
Asi llegué a la conformación de mis esculturas en una sucesión de cortes topológicos. Este corte en láminas no es, para mi, una operacion quirúrgica, sino un sistema de lenguaje. Descompongo una forma en una serie de perfiles como, salvando las distancias, los impresionistas descomponen el color. Un mecanismo oculto acciona al conjunto. Espero, gracias a la oscilacion de los perfiles en  busqueda contínua e infructuosa de su imagen totalizadora, alcanzar a una especie de irisación del tiempo (tal como en el impresionismo hay irisación del espacio).
Asi pues, en mi opinión, el movimiento real en mi trabajo tiene poco que ver con la representación del movimiento, del desplazamiento o de una acción efectuada por alguien. Se trata mas bien de la representación de una espera, de un recuerdo, de un deseo, des tiempo que está pasando ; la lentitud de las ondulaciones se aproxima del ritmo respiratorio del espectador, y la animación no es sino un modo de puntuar el tiempo.


© Atelier Vanarsky — publicado en francés en el catálogo de la exposición « Métaphysique du quotidien », y en la revista « Verso », enero 2004