Un libro abierto

1984Malena Elena Babino

El artista argentino Jack Vanarsky presenta una obra que convierte al libro en un símbolo cultural y rompe las convenciones de « la mirada » al sugerir una nueva « imago mundi ».

Jack Vanarsky, artista argentino residente en Paris, mereció el primer premio de escultura que otorgan la Fundación Fortabat y la Maison de la Amérique Latine (en el concurso convocado para artistas latinoamericanos residentes en Francia) con una obra en homenaje a Julio Cortazar — tal como lo proponía esta última convocatoria-. Esta obra consistió en un libro abierto sobre un viejo escritorio.

Es importante reflexionar sobre este hecho precisamente ahora que se está llevando a cabo en Buenos Aires la XXI Feria del Libro, y más aún en un momento en que la cultura del libro — o más específicamente de su lectura- se encuentra en estado de crisis como consecuencia de la enorme difusión de la informática.

Ahora bien, así como la Edad Media fue intensamente libresca y «  lo libresco » se puso de manifiesto a través de las enciclopedias que compendiaban la suma del saber como obras de intención totalizadora -specula e imago mundi-con lo que el Medioevo enfatizó su sentido de lo Simbólico, de la misma manera en el arte de Jack Vanarsky el libro colma su vocación imaginaria e irrumpe como obra de arte.

Por otra parte, en el tránsito del volumen o rollo al códice, el libro se convierte en un objeto que pronto llegará a ser « objeto precioso », tendrá un carácter de ícono y la letra se hará imagen. Salterios, enciclopedias, biblias moralizadas, libros de horas, etcétera, toda la realidad es recogida en el libro, sacralizado y emblematizado como símbolo de autoridad y de prestigio social (tal como aparece en ciertos sepulcros galaicos que muestran a sus muertos ilustres recostados sobre libros, por ejemplo el del «  bachiller » Alonso Gonzalo del Padrón en la Catedral de Orense).

Para Vanarsky el libro también adquiere un sentido simbólico, metafórico. Por un lado aparece como « la cifra y el compendio de todos los demás » - se inscribe así dentro de la tradición borgeana-, por el otro es una manera de concretar la idea que respecto del movimiento tiene este artista. En los objetos de Vanarsky – sean estos libros, miembros del cuerpo humano, reglas, cornisas, etcétera, trabajados en material sintético – siempre hay un movimiento, mínimamente perceptible, accionado mediante un motor. Así ocurre con la obra premiada que mencionamos y con « El Libro del Mundo » en homenaje a Borges, que ilustra la tapa de este Suplemento. Esto lo explica bien el artista cuando dice « Pienso en cierto modo, metafóricamente, que lo que yo hago podría ser como el agrandamiento desmesurado de lo que pasa sobre un objeto cualquiera, constituido de átomos, partículas elementales que están moviéndose constantemente, sin embargo cuando se ve el objeto da la impresión de estar inmóvil.

En lo que tiene que ver con la elección de un libro como objeto de su arte hay una intención de reducir a escala pequeña la grandilocuencia de la Obra de Arte como objeto autónomo y separado de la realidad. Es decir que Vanarsky apela a la aminoración de la escala, a la búsqueda del objeto cotidiano – en este caso un libro que sea al mismo tiempo un símbolo, marcado por el uso; sus superficies  están gastadas, esto tiene que ver con una reflexión sobre el tiempo en el que, sin embargo, sus objetos sobreviven.

 


© Malena Elena Babino 1995. " Un libro abierto ". La Prensa 16 avril 1995. Buenos Aires.