La obra de Vanarsky y sus influencias argentinas

2008MALENA BABINO

La obra de Vanarsky se desarrolla a partir de la reflexión que, desde los años 60, el artista viene haciendo en torno al problema del movimiento, idea que, independizada de la perspectiva del arte cinético y lejos de la exultante alianza con lo tecnológico de los artistas de entonces, lo lleva a investigar reflexiva y poéticamente sobre el misterio de la existencia. En su orientación, la idea de movimiento como expresión ininterrumpida de la realidad se cristaliza, paradójicamente, en una idea de permanencia dado que nunca pierde de vista su intención de poner al descubierto el perpetuo palpitar de la vida. Lentitud articulada llamó Jean Clarence Lambert a su modo lento y regular de trabajar el movimiento. Si bien la escultura ocupa un lugar central en su quehacer artístico -tanto en su expresión monumental como en la más intimista del pequeño formato- bajo la acepción de “escultura animada”, en los últimos años Vanarsky experimenta también en los lenguajes de la imagen digital.
Su recorrido artístico-reflexivo -emparentado con las actuales poéticas de los realismos acuñados en los años 60 - considera el objeto como expresión elocuente de la acción del tiempo sobre las cosas. Así, sus piezas siempre fluctúan, activadas por un mecanismo oculto que las dinamiza como si de organismos vivos se tratara. Palpitación, respiración, metamorfosis, devenir, son experiencias que animan el recorrido del espectador, estimulado por esa vida interna que los objetos exhiben ante él. Pierre Restany, crítico de arte atento a la expresión de los nuevos realismos, ya lo observa con precisión desde los años ’70 y detecta las pulsaciones ondulatorias de sus obras como marca de una energía que se difunde y libera en el espacio. Por otra parte, esos años ´60 que enmarcaron los comienzos de Vanarsky en el arte, fueron decisivos en la internacionalización del ambiente artístico argentino. Junto a la visita de Pierre Restany se manifiesta la efervescencia de la escena local con la aparición del arte pop, el arte objetual, la nueva figuración y la abstracción geométrica. En sus inicios, todavía inmerso en el contexto del arte argentino, el artista reconoce su proximidad con las propuestas de artistas clave en la comprensión de las estéticas figurativas del momento. Así, las huellas de la obra de Juan Carlos Castagnino, Antonio Berni y Lino E. Spilimbergo perduran hoy en su manera de estar siempre apegado al referente real. Del mismo modo, y con un grado de insidencia por demás reveladora, Vanarsky señala el interés que le despertaba entonces la obra de dos artistas vinculados a la poética de lo íntimo y de lo subjetivo: Miguel Diomede y Ramón Gómez Cornet. Ellos lo aproximaron al mundo de lo simple y cotidiano para descubrir el asombro en ese ámbito de proximidad absoluta que puede subyacer en una naturaleza muerta o en la imagen silenciosa de una alfarera del norte argentino. Esta circunstancia merece ser considerada como una profética anticipación de la centralidad que tienen en su obra las reglas, libros, cornisas, mariposas trémulas, pupitres, puertas desgastadas o pequeñas botellas que nos acompañan casi como en sordina en la vida cotidiana. Del mismo modo como aparecen estos objetos y figuras supuestamente inocentes en la obra de estos artistas mencionados, Vanarsky juega con la realidad vivida en su dimensión más potencial y misteriosa. Sus objetos reinventados proceden del mundo aparente pero se adscriben a una realidad potencial. Botellas inestables, cartografías antropomórficas, planos de ciudades imposibles, cornisas ondulantes, niegan su naturaleza ordinaria porque son el invento de una nueva anatomía que ignora, como el artista postula, las transcripciones anatómicas y el afán de mímesis de la tradición del arte occidental. De ahí que los objetos de Vanarsky parezcan extraños porque nos abren la brecha de la duda y de la incertidumbre para derrumbar los estereotipos de una mirada complaciente del mundo. Según el propio artista, estos objetos acusan también el grado de ambigüedad presente en nuestra percepción de la realidad y, mediante la oposición de concepciones binarias como pueden serlo: quietud/inquietud, blando/duro, continuidad/discontinuidad, ausencia/presencia, animado/inanimado ponen al descubierto algunos indicios de su estética objetual y sugieren una vía inédita y poética para nuestra visión del mundo contemporáneo.


Texto leído en ocasión de la proyección del film ANIMALAMINA de Marie Binet en la galeria Mil100 de Buenos Aires en diciembre de 2008.
Texte lu à l’occasion de la projection du film Animalamina de Marie Binet, Galerie Mil100, Buenos Aires, décembre 2008.